Torre del Reloj de Huete:
que sigues robusta y esbelta
pues levantas la mirada
sobre la ciudad entera.
Quieres que en tu sillería
el arte tenga presencia
y el estilo neoclásico
domine tu silueta.
Sé que desde que naciste,
del dieciocho la fecha,
vienes gobernando al pueblo,
rigiendo su convivencia.
Baluarte de la muralla
que al pueblo guardas y encierras,
junto al arco de Almazán
a intramuros abres la puerta.
Enriqueces al turista
que con atención observa
tres bloques en tu estructura,
el campanario y veleta.
Te alzas como el techo civil
que destaca en nuestra tierra
y eras del Ayuntamiento
el signo de su existencia.
Eres compañera y amiga
de la población entera,
mediadora de dos barrios:
el de San Gil y el de Atienza.
Torre que me has visto crecer,
cerca de mi hogar te encuentras,
al son de campanadas diez
es hora de ir a la escuela.
Y cuantas veces jugamos
sobre tu plaza de piedra
al escondite o al fútbol,
con la peonza o la cometa.
Y más tarde al instituto
sobre las siete y cincuenta
me veías que al autobús
bajaba en veloz carrera.
Después de la universidad
y de estudiar con paciencia,
con trabajo y casa en Huete,
casi tu sombra en mi puerta.
El tiempo pasa y lo mides,
hace cambios... no respeta,
ves marchar generaciones,
unas vienen, otras nuevas.
El rigor de tus agujas
mi familia tiene en cuenta,
y al ser figura de Huete
y de la ciudad emblema,
junto al león y la luna
en mi identidad te impregnas.
Francisco Javier Doménech Martínez
Año 2004
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